Fue la titular de Gobernación a agitar las aguas de un congreso de por sí dividido

Luisa María Alcalde, secretaria de Gobernación fue al Congreso de la Unión a entregar el Sexto Informe de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y aprovechó para hacer apología del régimen y agitar las aguas de un parlamento ya polarizado, casi gritando las arengas de la 4T. Foto: Especial

* Envía el Ejecutivo el Sexto Informe de AMLO al Legislativo

* Luisa María Alcalde Luján aprovechó la ocasión para hacer apología a la 4T

Joel Solís Vargas

La secretaria de Gobernación del gobierno federal, Luisa María Alcalde, fue al Congreso de la Unión no sólo a entregar el Sexto Informe de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, como era su obligación, sino también a agitar las aguas de un parlamento que no parla, polarizado por el discurso oficial y por el reciente proceso electoral.

La funcionaria apareció en el acceso al salón de plenos de la Cámara de Diputados —habilitado para albergar al Congreso General, integrado por diputados y senadores— a las 5:52 de la tarde, cuando recién se había instalado la sesión, y demoró seis minutos para llegar al presídium. Ahí saludó a Ifigenia Martínez, presidenta de los diputados, y con menos efusión a Gerardo Fernández Noroña, presidente de los senadores, y pronunció la fórmula prescrita para la ocasión: “Acudo ante esta soberanía en representación del presidente de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, para cumplir la obligación republicana y darles cuenta, informales, sobre el estado que guarda la administración pública federal”.

Hasta ahí todo bien; es lo que han hecho y dicho todos los secretarios de Gobernación desde la reforma que obliga al Ejecutivo a entregar por escrito su informe al Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos.

Pero Alcalde Luján no se detuvo ahí: “Este informe representa la lucha de muchos años no sólo de un hombre, sino de millones de mujeres y hombres que desde hace muchos años decidieron acompañarlo, que no se dieron por vencidos, que nunca le dijeron adiós a la esperanza, que tuvieron la valentía de sentirse libres, la arrogancia de sentirse libres. Y eso permitió que sentáramos las bases de la cuarta transformación. En este documento está la esencia del humanismo mexicano, de la justa distribución de la riqueza que se traduce en que los que antes no pagaban impuestos hoy paguen, y que esos recursos se destinen a los que menos tienen: los adultos mayores, los jóvenes de las universidades públicas, los campesinos. Y no son programas sociales, hoy son derechos sociales, gracias a todos ustedes, y todo esto se ha logrado sin incrementar impuestos, sin endeudar al país, implementando una fórmula que parece sencilla, pero que nunca se había implementado, y que es acabar con la corrupción y con los privilegios”.

A estas alturas, los legisladores de oposición ya estaban, más que sorprendidos, molestos no sólo por el quiebre del protocolo, sino también por el contenido del discurso de la funcionaria. Porque, como es sabido, para la oposición es muy cuestionable la afirmación de que el gobierno de López Obrador no endeudó al país y que combate la corrupción y los privilegios.

Le gritaron, la abuchearon, pero la joven secretaria de Gobernación más se encendió: Hizo una larga lista de lo que el gobierno federal considera logros históricos, además de las obras públicas que construye, “la recuperación de las empresas públicas; y se ha incrementado el salario, y lejos de distorsionar la economía, hoy tenemos máximos históricos en salarios; el peso es una moneda que se toma en cuenta en todo el mundo; a México se le respeta; no es casualidad que más de 35 millones de mexicanos decidieron votar por continuar el segundo piso de transformación, y tampoco es una casualidad que decidieran que fuera una mujer la primera mujer presidenta de nuestra patria. Pero quizá uno de los legados más importantes que nos habrá de dejar el Presidente es que, si en algún momento más adelante regresan por sus privilegios los que se creían dueños de México, las nuevas generaciones tendrán la receta, el camino ya probado: que sólo el pueblo puede salvar al pueblo, y sólo el pueblo organizado puede salvar a la nación; la ruta es la democracia”.

Luego pareció volver a la realidad: “Les informo que el Presidente ha decidido no hacer uso de su facultad para presentar una iniciativa preferente”. Se refería a que López Obrador se abstendrá de dar más trabajo a sus diputados, para que puedan concentrarse en sacar adelante el llamado Plan C: “les toca a todos ustedes, verdaderos defensores del pueblo, tomar la última palabra y decidir qué seguirá, ustedes seguirán haciendo historia”.

Y después de todo eso, al fin cumplió la obligación que la llevó al Congreso, pero aun en esto hizo propaganda: “Presidenta (Ifigenia Martínez), ahora sí le hago entrega del sexto y último Informe de Gobierno del mejor presidente que ha tenido este país: Andrés Manuel López Obrador. ¡Qué viva México! ¡Que viva la dignidad! ¡Que viva la democracia! Muchísimas gracias”.

Cuando la secretaria de Gobernación se hubo ido, la diputada Ifigenia Martínez declaró “formalmente cumplida la obligación del Presidente de la República a que se refiere el párrafo1 del artículo 69 de la Constitución” y luego leyó un largo texto de aplicación general, con lo cual quedó cerrado el protocolo

A la instalación del Congreso General no asistieron todos los legisladores. Hubo poco menos de 100 ausencias de ambas cámaras.

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