Retiro del glifosato para el 2024, anuncia Sader 

 (Foto: Sader)

 

¿Retirarán el glifosato en 2024? 

En el pasado viernes 28 de agosto, el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria y Competitividad, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Víctor Suárez Carrera, anunció que el retiro de los plaguicidas altamente peligrosos, entre los que destaca el glifosato para el 2024, está entre los elementos del nuevo sistema agroalimentario y nutricional, que será la base de una alimentación sana. 

La necesidad de acelerar el tránsito hacia la agroecología y el papel que juega en esta estrategia, el apoyo a los pequeños y medianos productores –dado el daño que los agroquímicos causan a la salud de las personas, al ambiente, a los suelos y a las abejas–, ha sido destacado por el funcionario, en las diversas conferencias que ha dado en Palacio Nacional y en las redes sociales. 

Dichos productores –muchos de los cuales pertenecen a pueblos originarios–, generan el 85 por ciento del empleo rural y 54 por ciento del valor de la producción agrícola nacional, y son capaces de incrementar ésta hasta el 70 por ciento, aseguró el funcionario. 

Las trasnacionales y el Consejo Nacional Agropecuario 

Víctor Suárez Carrera se ha manifestado en Twitter, a favor de un sistema alimentario justo, saludable, sustentable, con soberanía alimentaria y sin cooptación del presupuesto por unos cuantos –como ocurrió durante el pasado régimen neoliberal, precisó–, al que se oponen –dijo– las trasnacionales agroalimentarias, representadas por los voceros del Consejo Nacional Agropecuario. 

El expediente del Conacyt 

Suárez Carrera, también citó el expediente elaborado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) sobre el herbicida: “Lo que Bayer-Monsanto y su agente de ventas en México no quieren que sepas sobre el glifosato. Descarga la quinta Antología Toxicológica sobre el glifosato, edición 2020. Contiene cientos de artículos científicos”. 

Precisó que el nuevo sistema alimentario y nutricional, es una tarea multinstitucional y multisectorial que responde a una instrucción del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para que se coordinen las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Salud, Educación Pública, Bienestar y Agricultura y de Desarrollo Rural, así como sistemas de investigación, académicos, sociedad civil y organismos internacionales, a fin de elaborar un programa especial de mediano plazo. 

Por último, el titular de Sader precisó que la estrategia incluye una campaña de vida saludable, la regulación de la publicidad engañosa en alimentos, el etiquetado frontal en alimentos y bebidas ultraprocesadas, el retiro de plaguicidas y la prohibición de la siembra de maíz transgénico; acciones coordinadas por el Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad. 

Ocho días antes (jueves 20 de agosto), especialistas señalaron que en México ocho de cada 10 productores son micro, es decir, tienen un negocio familiar, cuya producción es en su mayor parte para autoconsumo, por lo que el uso de biotecnología en la agricultura, no sólo genera mayores productividad y precios sólo a las grandes empresas trasnacionales, sino que en el sector alimentario, afecta en distintos rubros, como los de salud, económico y social. 

Pero que en contraste, los especialistas indicaron que otros estudios y opiniones, aseguran que los cultivos transgénicos reducen el número de intoxicaciones causadas por el mal uso de pesticidas, y contribuyen a mejorar la productividad de los agricultores; el caso es que las discusiones continúan, ya que hasta la fecha no hay un solo estudio con pruebas fehacientes, que aseguren que el uso de transgénicos es bueno o malo, señalaron. 

Al respecto José Hernández, especialista en desarrollo agrícola e investigador de El Colegio de México, y economista de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que a pesar de que ha habido un gran debate sobre el uso de transgénicos, por su asociación con el cáncer o con simples alergias, lo cierto es que no hay un estudio determinante; sin embargo, en un contexto como el mexicano, en los sectores medio ambiente, social y económico, podemos encontrar los efectos nocivos, de una mala aplicación de la biotecnología en los alimentos, precisó. 

Y agregó que en México, el 80 por ciento de los productores agropecuarios son micro, carentes de grandes superficies con mucha infraestructura de riego y maquinaria –para las que fueron diseñados, paquetes tecnológicos muy intensivos en ciertos insumos agroquímicos–, de los que forman parte el cultivo de alimentos transgénicos, y que en México sólo tienen las grandes empresas. 

Regresando al 28 de agosto, una auténtica epidemia de enfermedades graves, multiplicando las cifras de cáncer y abortos espontáneos en zonas rurales, ha provocado la devastadora contaminación de aguas y suelos, debido a más de 20 años de siembra transgénica en el mundo, enfatizó Silvia Ribeiro, directora para América Latina del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (ETC), y precisó que las semillas de todos los cultivos transgénicos que se usan en el mundo, están en manos de muy pocas trasnacionales: Bayer-Monsanto, Syngenta (propiedad de ChemChina), Corteva (fusión de DuPont-Pioneer y Dow Agrisciences) y Basf. 

El despojo a los pequeños productores 

Por su parte, Alma Piñeyro, de la Universidad Autónoma Metropolitana (de México) e integrante de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, señaló durante el desarrollo del conversatorio “Transgénicos, biodiversidad y seguridad alimentaria: perspectivas en América Latina”, que tal tecnología homogeniza el campo y sólo beneficia a algunos actores privados, pero no a las poblaciones de los lugares en donde se instala; y ejemplificó que en naciones como Argentina y Brasil, en donde se ha implantado agresivamente la tecnología transgénica, creció el despojo a los pequeños productores y los problemas de salud ambiental, pero que no aumentaron la seguridad ni la soberanía alimentarias; sin embargo, opinó que no podemos quedarnos con lo que los campesinos han hecho hasta ahora: seleccionando por siglos las semillas, por lo que se requiere innovar en tecnología agroalimentaria. 

Proteger y potenciar la diversidad agrícola 

Por otro lado, en países como Colombia, Perú o México, que tienen una enorme variedad de semillas nativas, los transgénicos no son aceptables, al contrario, debemos proteger y potenciar la diversidad agrícola que tenemos, sostuvo Laura Gutiérrez, de la Pontificia Universidad Javeriana, de Colombia. 

Las importaciones 

Por otra parte (siete días atrás, viernes 21 de agosto), en un webinario organizado por Semarnat, Ricardo Ortiz Conde, Director General de Gestión Integral de Materiales y Actividades Riesgosas de Semarnat, señaló que de acuerdo con ésta, en 2019 cinco compañías importaron 86 mil 449 toneladas de glifosato (el 84 por ciento del mercado mexicano de herbicidas), mientras que en la década pasada, México autorizó la importación de al menos 485 mil toneladas, por lo que tenemos que proponer alternativas seguras para los cultivos, porque las hay, dijo; por su parte, agricultores de diversas regiones de México y Latinoamérica, expusieron que han sustituido el uso de herbicidas químicos, por sistemas de cultivo no centrados en los monocultivos agroindustriales. 

El mito 

Ortiz Conde señaló que en México más de 30 cultivos utilizan herbicidas con base en glifosato, y la Cofepris tiene 164 registros sanitarios vigentes para esta sustancia, sin embargo, señaló que es falso que en todos los cultivos se use, ya que en la mayoría su uso es muy bajo pues, por ejemplo, el 35 por ciento se usa en el maíz y 14 por ciento en los cítricos; cultivos como el algodón, el aguacate, la caña y el nopal, usan menos de 5 por ciento; no obstante, señaló que la estrategia de la Semarnat para prohibir su uso –pues existe evidencia científica, de que se trata de una sustancia nociva para la salud y el medio ambiente–, es un hito en la generación de políticas públicas en el país. 

Rectoría de Estado, contra mercado 

Por su parte, Fernando Bejarano González, de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (Rapam), señaló que dado que el marco jurídico está diseñado para que el mercado tome las decisiones, la acción del Estado para ponerle límites al de herbicidas, representa un gran reto, además de que las cúpulas empresariales han estado mal informando, respecto a que no hay alternativas al glifosato y que prohibirlo representa una tragedia para la agricultura nacional; sin embargo, hay productores comerciales que han dejado de usarlo con éxito. 

Por último, la agricultura libre de herbicidas como el glifosato, les ha permitido preservar el territorio y fortalecer los servicios ambientales y el desarrollo económico de las familias productoras, señaló Gisela Illescas Palma, integrante de la cooperativa Campesinos en la lucha, de Veracruz, y de la Red de Agroecología Alimentaria. (Con información nacional) 

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