Amor al prójimo, el legado del Padre Ángel

* Con lágrimas en los ojos despiden a Monseñor Ángel Martínez Galeana *Recuerdan su obra pastoral y social en favor de la población vulnerable *Las Casas Hogar, un proyecto que debería multiplicarse en su memoria “ Era un hombre bueno” se dice de manera recurrente ante el cuerpo del fallecido; pocas veces es tan acertada la frase como en el caso de Monseñor Ángel Martínez Galeana, mejor conocido como Padre Ángel, el sacerdote de la bondad, de la nobleza y del amor al prójimo, que fue su mejor legado.

 

ACAPULCO, GRO.- El jueves 27 de junio, a eso de las 6 de la mañana, su corazón dejó de latir; el cáncer terminó por vencerle a los 90 años de edad y a los 68 de haber iniciado su ministerio en el presbiterio.

Su cuerpo ya no estará más para convivir y consolar a sus feligreses que se acercaban en busca de su sabiduría y de sus acertados consejos; pero deja esos ejemplos de cómo pasar por esta vida haciendo el bien en lugar del mal, de amar, en vez de odiar, de solidarizarse, en vez de ignorar el dolor ajeno.

Su esencia permanecerá y sus enseñanzas servirán para seguir rindiendo frutos si es que quienes le conocieron de cerca quieren honrarlo… o de lo contrario, olvidarlo; porque es bien dicho que sólo muere aquel que es olvidado.

¿Y cómo olvidarlo? Sobre todo por aquellos que llegaron a él siendo niños para ser beneficiados de su tutoría y que permanecieron bajo su protección hasta lograr incluso cursar estudios superiores.

Con lágrimas en los ojos y con evidente emoción y dolor, estos adultos, ayer niños, le despidieron y oraron para que trascienda a un plano mucho mejor que el terrenal; ahí estaban también las mujeres y hombres que le conocieron de cerca, que escucharon sus sermones y que recibieron sus consejos.

Fue el mismo jueves, día de su fallecimiento, por la tarde, cuando el padre Pedro Torres ofició misa de cuerpo presente en la Casa Hogar de la unidad habitacional Luis Donaldo Colosio, y un día después, el viernes por la mañana, el Arzobispo Leopoldo González hizo lo propio en esa Casa Hogar que fundó el prelado.

“La transparencia de su rostro, no era calidez, era transparencia, esa que refleja el corazón. No había en él otras intenciones sino las que manifestaban sus obras, hacer el bien (…), esto es muy claro con sólo verle el rostro, una mirada que brillaba de ilusiones; sería el resultado de la estrecha cercanía con sus pequeños: ciertamente gozaba al convivir con ellos y el convivir era compartir dones personales”, dijo el Arzobispo durante la homilía en honor al Padre Ángel.

APOSTOLADO FRUCTÍFERO

“Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?  Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos”, dicen las escrituras que durante la mayor parte de su vida estudió y compartió; y en efecto, se dedicó a producir excelente fruto de vida que compartió con quienes estuvieron junto a él.

La vida y obra del Padre Ángel se puede resumir en dos grandes vertientes: su carrera pastoral y la creación de Casas Hogar para niños y ancianos en situación de calle, aunque participó en muchas otras obras de caridad y de beneficencia, incluyendo su actividad como negociador en casos de personas secuestradas, o en conflictos sociales en la entidad.

La Casa Hogar del Niño, de la Colosio, y la Casa Hogar del Anciano, del fraccionamiento Las Playas, son las obras más representativas de su actividad altruista en favor de los más necesitados, y son obras que deberían continuar, no sólo para honrar su memoria, sino por la falta que hacen no sólo en Acapulco, sino  en toda la entidad… y en el país

El 2 de agosto de 1928, el municipio de la Costa Grande, Tecpan de Galeana, tuvo el honor de ver nacer al niño que con el tiempo se convertiría en el Padre Ángel; sus padres: Reyes Martínez e Ysabel Galeana.

Dos meses después de su nacimiento fue bautizado; recibió la Confirmación el 24 de agosto de 1932 e hizo su Primera Comunión el 3 de Octubre de 1935.

Ángel Martínez Galeana ingresó al Seminario de la Inmaculada Concepción, en Chilapa, el 2 de enero de 1940, y celebró su primera Eucaristía el 27 de Octubre de 1951.

De ahí, seguiría una larga vida entregada al ministerio católico con el que siempre buscó el consuelo para sus feligreses, pero combinó su actividad eclesiástica con obras y acciones de beneficio para muchas personas que tuvieron la suerte de cruzar por su camino.

“El 30 de noviembre del 2003 es nombrado Párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, Reina de México en el Fraccionamiento Magallanes, Acapulco, Gro. y Colaborador del Complejo Pastoral provisional Cristo Rey en el Fraccionamiento Magallanes, Acapulco”, se lee en la página web de la Diócesis porteña.

El portal destaca que en 2012 “acogió con la grande benevolencia la decisión de andar en retiro, bajo la obediencia del Señor Arzobispo de Acapulco Monseñor Carlos Garfias Merlos”.

Si bien se retiró de su actividad pastoral, el Padre Ángel continuó hasta el final de sus días, hasta que las fuerzas se lo permitieron, en la actividad de ayudar a los más vulnerables, particularmente niños y adultos mayores.

También se le recuerda como el amigo del turismo y los turistas, pues luego de haber sido nombrado Comisionado Diocesano del Apostolado del Turismo, el 6 de Abril de 1967, comenzó a celebrar misas dominicales, y en varios idiomas, en hoteles y zonas turísticas del puerto.

El Padre Ángel, como seguramente se le recordará durante muchos años, fue un hombre que nació en el amor y vivió por y para el amor, la solidaridad, la bondad y el cariño incondicional hacia sus semejantes. Y seguramente descansa en paz luego del deber cumplido, como muy pocas veces sucede, deber cumplido a cabalidad.

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