Pide Astudillo a los grupos en pugna, “no se quiten la vida”

El pasado 18 de julio, el gobernador del estado de Guerrero, Héctor Antonio Astudillo Flores se reunió con medios de comunicación para precisar la postura de su gobierno en torno a los acontecimientos ocurridos en días pasados.

En materia de seguridad, de acuerdo a lo constatado por unos de los reporteros presentes en esa rueda de prensa, “al estilo Fifi” -eso me recuerda a los periquitos que les enseñas a repetir lo que tú quieres que repitan-, el gobernador habría dicho “que todos los días su gobierno y miembros de las fuerzas armadas federales, realizan un trabajo para contener enfrentamientos entre grupos en pugna, para que no se agredan y no se quiten la vida”.

Seguramente el mandatario estatal, se refería a los acontecimientos registrados días atrás en el municipio de Chilapa, pero también podría aplicar en otros municipios donde las “pugnas entre grupos” -nunca definió ese adjetivo- generan “picos de violencia” incontenibles, mientras que las autoridades de los tres niveles de gobierno, “festinan” -según ellos- una disminución de la percepción de la violencia.

Me encuentro anonadado, ante tan “efectiva estrategia de seguridad” por parte de Héctor Antonio Astudillo Flores, de pedir que ya no se “sigan quitando la vida”, esa petición debería de ir acompañado con un presente en señal de buena voluntad por parte del gobernador, tal vez ya se le este pegando eso de mejor “amor y paz”, en vez de balas, que a tres años de su gobierno, en materia de seguridad, Astudillo está reprobado.

Estadísticas

Si la seguridad pública fuera cuestión de estadísticas o números, que hay que reconocer, a veces son “bastantes fríos”, el problema de la inseguridad ya se habría resuelto, pero no es así; porque se ha descubierto que la confiabilidad para alimentar las estadísticas por diversos crímenes, es inmoralmente aceptable.

Y ponemos un ejemplo, en la Ciudad de México que es gobernada por Claudia Sheinbaum, se descubrió que las cifras que se manejaron en el periodo de su antecesor -Miguel Angel Mancera- sobre diversos delitos, se hacía de manera facciosa, es decir, era más de impacto mediático, que muchas veces no coincidía con la realidad de los capitalinos.

Si a ello le agregamos que la clasificación de los delitos, se hacía de manera parcial, “para no elevar la estadística”, nos encontraríamos ante una disyuntiva de pretender engañar a quien vive una realidad diferente.

El gobierno de Enrique Peña Nieto abusó de ese manejo estadístico de percepción y utilizó al INEGI como su fuente confiable para decirle al país, lo que jamás percibía, las buenas cifras contrastaban en mucho, a lo que el gobierno decía.

Valga este antecedente para poner los puntos en las íes y preguntar, quienes validan esas estadísticas que se manejan a nivel nacional sobre la percepción de la inseguridad, sobre la inseguridad en los municipios, en los estados, en el país.

Acaso hay un contralor de que esos datos que fluyen por parte de las Fiscalías Estatales, se hacen de manera veraz y sin reclasificar un delito por otro.

Guerrero vives su peores momentos en materia de inseguridad, contrastan pues con las cifras que cacaraquean las autoridades de que se está trabajando en ese rubro, y por consiguiente las cifras disminuyen.  

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