Astudillo, un gobernador “desfondado”

El gobernador de Guerrero, Héctor Antonio Astudillo Flores, no aguantó más, la soberbia y la arrogancia, no la pudo sostener, solo aguantó ocho meses, -lo que va del gobierno del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador-, para darse cuenta, que “nunca más”, los programas federales pasaran por el “rasero”, de lo que queda de su administración.

Se negaba a reconocerlo, “pataleo”, se indignó, pero las nuevas reglas y formas de gobernar por parte del gobierno federal, eran irrevocables, los recursos federales de programas sociales, se estarán entregando de manera “directa, sin intermediarios”.

Una realidad política, que jamás imagino Astudillo Flores que llegara a pasar, las mieles del poder con su partido gobernando, quedaron atrás, solo existen  recuerdos y algunas premuras por tratar de salir bien librado, de las auditorias que practica el gobierno federal, en la comprobación del destino de los recursos.

Prácticamente hoy, Héctor Antonio Astudillo Flores, por declaraciones propias o por parte de su secretario de finanzas, ha dejado entrever que se acabó el “gobernante todo poderoso”, el que resolvía las premuras y dificultades monetarias de algunos ayuntamientos, el que le hacía frente a deudas y que generosamente su gobierno, absorbía con organismos como el ISSSPEG, o el que “adelantaba” partidas presupuestales para que le hicieran frente al pago de aguinaldos por parte de algunos ayuntamientos.

Es la realidad con la que vivirá, son los tiempos de una nueva forma de gobernar, no un cambio de régimen, como otros equivocadamente señalan, y la pregunta vuelve a surgir nuevamente. ¿Aguantará, sostendrá su poder político, sin el poder económico?

Hagan sus apuestas.

Desfondado

El declive del poder que ha tenido el gobernador Héctor Antonio Astudillo Flores en Guerrero, no es reciente, ha pasado por diversas etapas, de las cuales son tres que resaltan y que no se pueden ocultar. El poder en Seguridad Pública, Poder Social y Poder Económico, todas ellas en su conjunto, exhiben la situación de un gobernante que ha pasado de ser quien resolvía los problemas en la entidad, a ser simple figura decorativa, en eventos que tienen que ver con el gobierno federal. Su expresión facial es más que evidente, la incomodidad que manifiesta en algunos eventos con secretarios federales, no los puede ocultar,  los medios han dado cuenta de ello.

Pero vamos por partes. Desde la llegada de Héctor Antonio Astudillo Flores se especuló que por fin habría “Orden y Paz”, un eslogan que utilizó durante su campaña para llegar a ser gobernador.

Al arribar al poder, Astudillo nunca presentó un esquema de seguridad que fuera efectivo para abatir el problema de la inseguridad, es más, basó su estrategia, en que la federación debiera de aportarle para abatir este flagelo, con lo que dejaba en manos de otros la facultad de poner orden en su estado.

Y hasta la fecha lo sigue haciendo, insiste que la federación haga frente al problema de la inseguridad, más allá de sentarse en las mesas de coordinación en temas de seguridad, para pregonar cifras, que no concuerdan con la percepción ciudadana, su papel es gris en este contexto.

También el poder político de Héctor Antonio Astudillo Flores se ha reducido a partir del primeo de julio del 2018, cuando llega al poder un presidente de la República distinto a su partido, el Revolucionario Institucional (PRI); se ve diezmado, los representantes del tricolor en la Cámara de Diputados y Cámara de Senadores son mínimos, la pérdida del poder político es evidente, no solo para él, sino para los gobernadores de su mismo partido.

Finalmente y lo que realmente es lo que acaba de socavarlo y que no hay vuelta de hoja, es el destino del recuso federal que pasaba por sus manos, no hay ninguna partida presupuestal que envíe la federación a Guerrero, porque la forma de gobernar ha cambiado, todo se maneja a través de las secretarías y se entrega manera directa a los beneficiarios de cada programa, uno por uno.

Quedaron atrás las organizaciones y grupos sociales que abanderaban a los más necesitados, con la nueva forma de gobernar del presidente Andrés Manuel López Obrador, es que los beneficiarios reciban de manera directa el recurso.

Se acabó el gobernante poderoso que apoyaba a las organizaciones, a los sindicatos, a los ayuntamientos.

Astudillo tendrá que aprender a vivir con el presupuesto destinado por la federación para las obras y el desarrollo social de los guerrerenses, nunca más pasará el recurso federal por las arcas de su gobierno, al menos esa es la doctrina que se lleva al pie de la letra.

De ser el que llevaba la batuta, pasó a ser el acompañante de los secretarios federales, “una figura decorativa”, como se hacía en antaño con sus iguales, cuando el poder estaba de su lado.

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