Matan a sacerdote tzotzil en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, después de oficiar misa

Foto: Sor Gaby Murguía Fma.

*Marcelo Pérez Pérez –originario de San Andrés Larráinzar, en Los Altos de Chiapas–, durante años recibió amenazas de muerte

José Manuel Reyes Camero

De varios tiros, en domingo 20 de octubre del 2024, fue asesinado Marcelo Pérez Pérez, sacerdote tzotzil de 50 años de edad, cuando en el barrio Cuxtitali, de San Cristóbal de Las Casas, en el estado mexicano de Chiapas, salía de oficiar misa.

Los agresores –que presuntamente en una motocicleta se transportaban– le dispararon cuando ya estaba adentro de su camioneta, logrando avanzar algunos metros; varios católicos trataron de auxiliarlo, pero ya había fallecido.

Durante años, Pérez Pérez –originario del municipio de San Andrés Larráinzar, en Los Altos de Chiapas– fue amenazado de muerte, pero se negó a recibir protección.

Según habitantes de Cuxtitali –barrio ubicado al oriente de San Cristóbal de Las Casas–, el clérigo llegó a las 6:30 horas al templo de la comunidad, para oficiar la misa dominical.

Poco después de las 7:30, al terminar la ceremonia, pretendió dirigirse al vecino barrio de Guadalupe, de donde era párroco; de la iglesia salió y se encaminó hacia su camioneta blanca con vidrios oscuros, que sobre la calle Peras –a unos metros del templo– tenía estacionada.

Se presume que al vehículo subió y ahí le dispararon, alcanzó a conducirlo, pero se detuvo varios metros más adelante y ya no pudo continuar.

Una lugareña relató, que al menos cinco balazos de grueso calibre se escucharon, por lo que a verlo, salieron corriendo varias personas, pero ya estaba muerto. Entre las calles Las Manzanas y Peje de Oro quedó la unidad, que en la ventanilla del lado del conductor, al menos cinco tiros recibió.

Elementos de fuerzas de seguridad de los tres niveles llegaron poco después y, mientras lloraban y rezaban muchos católicos, el área fue acordonada por personal de la Fiscalía General del Estado (FGE).

Una grúa llegó faltando 10 minutos para las 10 de la mañana, subió la camioneta con el cuerpo adentro y, para la necropsia de ley, al Servicio Médico Forense la trasladó.

Al iniciar en la Catedral la misa de las 12 horas, Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de San Cristóbal de las Casas, con voz quebrada dijo: Al padre Marcelo Pérez Pérez lo han matado esta mañana en Cuxtitali, salía de la misa y con varios balazos, lo acribillaron a escasos 50 metros.

Era un buen hombre, que a todos escuchaba y recibía y promovía siempre la paz con verdad y justicia. Del sábado (19 de octubre) por la noche, con él me encontré y está ahora –esperemos– gozando de Dios; que a pesar de todo, a perdonar, no odiar, nos ayude su muerte.

Indicó durante la homilía: Por la muerte del padre Marcelo –un hombre y sacerdote lleno de fe– me siento muy afligido, todo me comunicaba. Yo sabía que por buscar la paz con verdad y justicia, tenía amenazas de muerte. De violencia, sangre, muerte, se está llenando Chiapas, todo el país y el mundo entero.

Después declaró ante diversos medios: A los agresores, a los homicidas y a sus mandantes estamos dispuestos a perdonar, pero que recapaciten, que a la verdad y la justicia, unida tiene que ir la paz verdadera.

De personas diversas tenía amenazas, parece que iba solo. Como una ofrenda de vida fue lo que ocurrió, para que en Cristo Jesús crezca la paz –agregó el obispo Aguilar Martínez.

Por su parte, manifestó José Luis Bezares Selvas, sacerdote de la Vicaría de Justicia y Paz de la diócesis: Estamos conmovidos, adoloridos e indignados, sobre todo, porque para exigir justicia y búsqueda de la paz, muchas veces la voz se había levantado y no se ha podido.

Queremos que se llegue hasta las últimas consecuencias, que no haya chivos expiatorios, que se llegue a los autores intelectuales, que haya justicia verdadera, es una exigencia no sólo de la diócesis.

Una vez que la necropsia le practicó personal de la FGE, en un ataúd fue llevado al cuerpo de la víctima, a las dos de la tarde al templo de Guadalupe, acompañado por decenas de personas. En la plazuela, lo esperaban cientos de católicos.“¡Justicia, justicia!” corearon cuando de la carroza fue bajado y, por varios hombres llevado al interior la iglesia, en donde ya era esperado.

El ataúd fue rodeado por familiares del clérigo y retumbó el grito de “¡Justicia!”. Exclamaron: “¡Viva el padre Marcelo!”. Poco antes de las tres de la tarde, en ese templo, la misa de cuerpo presente, presidió Rodrigo Aguilar Martínez.

“Que su muerte produzca mucho fruto –pidió–.” A morir miedo no tenía. Que estaba siendo muy atrevido, muy arriesgado –algunos le llegaron a decir–, pero por los más indefensos, los perseguidos, por causa de la verdad y la justicia, lo hizo él. Pedimos que se haga la correspondiente investigación y a los culpables se encuentre –concluyó el obispo de San Cristóbal de las Casas. (Con información nacional)

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