“No me digas que te vas”. Y ahora se fue El Príncipe

“No me digas que te vas”, dile a la muerte que “Vamos a darnos tiempo” para decidir si es necesario partir en “La nave del Olvido”, porque “De hombre a hombre” te digo que “Mi vida” cambió después de escuchar tu voz cantándole al amor y al desamor; no sé lo que hoy “Seré” pero quiero decirte simplemente: “Gracias”, y con eso, con eso “Me Basta”.

“Ya lo pasado pasado” no fue la primer canción que escuché de “El Príncipe de la Canción”, pero sí la que me marcó en mi juventud y que aún me hace sentir emociones encontradas; ese color de voz y esa potencia sólo comparable a la de Frank Sinatra, hizo que me enamorara más de una vez en mi lejana juventud.

¿Y quién no, que se precie de tener corazón, se ha enamorado al menos de una ilusión al escuchar sus canciones?

Corría el año 1978; yo iba en primer año de Secundaria y se me permitió trabajar en una discotheque para tardeadas, el OUI Disco Acapulco, en el que me quedaría trabajando los próximos siete u ocho años de mi vida. 

Estaba despachando refrescos en la barra que tenía pintado el letrero de “Soft drinks”; era la media hora de baladas, y fue cuando escuché la voz de El Príncipe: “Ya lo pasado pasado, no me interesa; si amé, sufrí y lloré, todo quedó en el ayer (…) pido un aplauso para el amor que a mí ha llegado, ya nunca más estaré solo y triste otra vez….” 

Fue una emoción que hasta hoy no alcanzaría a describir, sólo comparable con el primer beso que en ese mismo lugar me elevó a la luna y me hizo descender en instantes cuando, en los mismísimos albores de mi pubertad, tuve igualmente mi primer y efímero amor.

Después escuché en ese mismo lugar temas como “Será”, en 1979, o “No me digas que te vas”, en 1980, los cuales sentí con una gran carga de romanticismo que me acompañarían hasta la fecha, en que José José ha permanecido como mi cantante favorito, afición que logró alcanzar a mis hijos, quienes también disfrutan del artista que ha partido horas antes de que escribo estas líneas.

El legado que hoy deja José José es difícil de llenar, de eso no cabrá duda.

No obstante su gloria como intérprete, José Rómulo Sosa Ortiz –que era su nombre real- fue gente como uno: vivió su propio sueño, lo hizo realidad luego de tropiezo tras tropiezo, y como a cualquier ser humano le puede pasar, volvió a tropezar una y otra vez una vez instalado en su grandeza, en su humanidad de príncipe.

Quizá las generaciones venideras, que no lo hayan conocido, al escuchar sus canciones piensen en él como en un ser súper dotado, fuera de este mundo, y lo quieran elevar de la categoría de Príncipe a la de Rey, y quizá nunca se logre porque él mismo tuvo que convertirse en el más humilde de los humanos para dejar su problema con el alcohol y edificar así una vida útil y feliz, y dejar este mundo después de disfrutar varios años de su sobriedad.

EL CUARTETO 

Hace poco, después de la muerte de Camilo Sesto, ocurrida el pasado 8 de septiembre de este mismo 2019, circuló en redes y portales de noticias una foto en la que aparece el artista español junto al mexicano Juan Gabriel, quien perdió la vida el 28 de agosto de 2016, y Rocío Durcal, también de España, quien murió el 25 de marzo de 2006. José José completaba el cuarteto de una generación de artistas irrepetible; dos nacionales y dos ibéricos.

Ese cuarteto ya no está más entre nosotros. El Príncipe cerró el círculo de la polémica que se desató recientemente en que fue difundida la imagen a la cual le dieron cualquier tipo de interpretación y que incluso fue objeto de “memes” que fueron difundidos y compartidos de manera masiva.

Y de manera masiva, igualmente, circuló este día, 28 de septiembre de 2019, la noticia de que José José había fallecido; al principio hubo incredulidad debido a que en veces anteriores se habían difundido falsos rumores sobre su muerte, como si se tratara de un juego perverso; esta vez no fue un juego, esta vez la noticia fue confirmada.

ANECDOTARIO

Mil y unas anécdotas podría contar cada quien sobre su relación con el cantante. 

Recuerdo que a finales de la década de los 80 tuve oportunidad de presenciar su espectáculo en el palenque de la Expo de Ciudad Altamirano, estado de Guerrero; la gente no cabía en el lugar y algunos tuvieron que quedarse fuera a escuchar su voz. Fue una noche inolvidable. Así eran sus presentaciones a lo largo y ancho de la República donde se presentaba, e incluso en otros lugares del planeta, porque se trató de un cantante de alcance internacional.

En 1984 fue lanzado el disco “Reflexiones”, el cual incluía la canción “Seré” que en una de sus partes dice “Un día llegará que ya, de tanto que canté de tanto, mi voz ya no será mi voz, mi canto no será mi canto”.  Posteriormente José José agarró por costumbre interpretar este tema al final de sus presentaciones.

Como que sabía que algún día perdería la privilegiada voz, mucho antes de perder su vida.

En el ocaso de su carrera -que comenzó en 1965 año por cierto de mi nacimiento- José José recibió un homenaje en donde varios artistas interpretaron sus canciones; vi el programa completo en vivo y me caló hondo el poema que interpretó y que estaba dedicado a todos los cantantes, pero me sorprendí aún más cuando enseguida escuché las notas de “Seré” y me dije: “No puede ser… ¡la va a cantar!”, y la cantó con todo ese trabajo que, se notaba, le costó interpretar la melodía.

Y me dije de nuevo: “Ese día llegó; su voz ya no es su voz; su canto ya no es su canto”.

Cuánta razón tuvo al interpretar momentos antes: “Señor: Si en tus enojos decides castigar al que ha cantado, cuando haya quebrantado tu Ley Santa…Haz que le ahogue el llanto de sus ojos, haz que padezca triste y desolado, siembra abrojos debajo de sus plantas, ponle canas y arrugas en la frente… pero déjale voz en la garganta. Porque bien sabes tú, Dios providente, que aunque todo lo sufra humildemente, ya no podrá vivir… si ya no canta”.

Sin palabras.

 

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