Refranes

Joel Solís Vargas

“Nadie aprende en cabeza ajena”, suelen repetir las personas después de cierta edad. Es un refrán que suele aplicarse a los individuos, pero puede aplicarse igual a colectivos y a sociedades. Y como nadie aprende en cabeza ajena, es asombroso el número de personas que repiten los errores que cometieron otras. Pero, si la gente repasara la historia, si la leyera y la releyera, lo vería con claridad.

Pero no es así. Por lo general, la gente tiene la certeza de que los sucesos que ocurren en su vida no han ocurrido antes. Y entonces aprende en cabeza propia lo que pudo haber aprendido en cabeza ajena.

Es decir que la humanidad siempre está tropezando con la misma piedra. Despierta de su ensoñación cuando se estrella con estrépito contra la realidad, como los fascistas de Italia y los nazis de Alemania, en la Segunda Guerra Mundial; o como los mexicanos luego de los gobiernos populistas de Luis Echeverría y de José López Portillo.

Pero lo aprendido por esas generaciones muere con ellas. Y cuando ya ha muerto la generación que aprendió de determinada experiencia, una posterior repite el ciclo, por más que otro refrán advierta que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla.

Muchas son las voces que afirman que el gobierno de México está tomando el mismo camino que hace 25 años tomó el gobierno de Venezuela, que ha llevado a ese país a la quiebra, al aislamiento casi total y a una crisis social que lo tiene al borde de la guerra civil. Lo dicen con la esperanza de que el pueblo mexicano abra los ojos y cambie el rumbo. Pero nadie aprende en cabeza ajena… hasta que despierta de su ensoñación.

Porque la quiebra de un país, su aislamiento del mundo y las guerras civiles no ocurren de un día para otro. Son el resultado de la acumulación de cambios menores. Y la suma de cambios cuantitativos, como explicaba Marx, en algún momento pasa a ser cambio cualitativo.

Mire usted a Europa, la ejemplar comunidad de Estados y sociedades de donde los políticos, los partidos y los gobiernos de América suelen tomar ideas de modernidad política y social; allá ahora mismo los sentimientos ultranacionalistas, ultraderechistas, ultraconservadores, antinmigrantes, autárquicos y toda una gama de posiciones ideológicas perniciosas, ebullen y se extienden bajo las aguas en apariencia tranquilas de las democracias modernas y civilizadas.

Y puede ocurrir lo que Marx plantea: esos sentimientos pueden volverse más extremos y activos, hasta el punto en que dejen de estar soterrados, hasta que brinquen por encima de las aguas en apariencia tranquilas de las democracias modernas europeas, y entonces dejen de ser sólo un sentimiento y se conviertan en movimiento, votos, gobiernos y acciones. ¿Por qué cree usted que la ultraderecha europea va ganando más posiciones cada vez?

Porque las generaciones que aprendieron de los horrores de las dos guerras mundiales están pasando, están muriendo, están desapareciendo. Las nuevas generaciones necesitan aprender en cabeza propia; necesitan su propia guerra y sus propios horrores, sus propios traumas, para entender que el camino que están tomando no es el más conveniente, ni para ellas, ni para quienes no comparten sus ideas.

Igual si mira uno a Rusia, a México y a Estados Unidos. Al invadir a Ucrania, Rusia se ha olvidado de la invasión hitleriana que sufrió en 1941 y que acabó en la derrota de los invasores. México se ha olvidado de su pasado reciente con Echeverría y López Portillo, los dos populistas que, igual que ahora, despilfarraron los recursos de la nación, endeudaron al país, lo condujeron a una aguda crisis socioeconómica y propiciaron la caída del régimen conocido como PRI-gobierno, que 18 años después de esa docena trágica se estrelló contra la realidad de la derrota electoral después de 71 años de dominio total.

En Estados Unidos, por otro lado, buena parte de la población está encandilada por las proclamas demenciales de un populista de derecha, que ofrece volver a un pasado que ni siquiera fue tan glorioso como le indica su inflamada imaginación.

En cuanto a que si México está por tomar el mismo camino que tomó Venezuela hace 25 años, cuando Hugo Chávez ascendió al poder, que lo digan los hechos: el gobierno chavista debilitó casi hasta la extinción a los organismos autónomos y luego los secuestró al invadirlos y mayoritearlos con sus fieles seguidores, y su sucesor, el impresentable Nicolás Maduro, se ha mantenido en el poder con fraudes electorales.

¿Nota usted algún parecido?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *