No vengo a juzgar al Presidente: Jean Rivelois

* La estrategia de integrantes del Grupo ACA no funcionó para sacar una declaración controversial al internacional sociólogo * Los narcos no son malos, son empresarios salvajes, opina * Buenos y malos están revueltos en el gobierno y en el crimen, dice * Al intervenir en comicios, delincuentes se legitiman como representantes de una parte de la población, señala * El Estado perdió control de la extorsión que hoy tiene el crimen, añade * ¿Guerra fallida de Calderón, corrupción con el PRI, o alianza con la sociedad?, los caminos

El ala anti lopezobradorista del Grupo ACA no pudo hacer caer al experimentado sociólogo francés Jean Rivelois para que emitiera un juicio sobre la política de seguridad del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y les apagó el fuego del morbo en reiteradas ocasiones con un “no vengo a juzgar al Presidente, no soy juez, sólo analizo situaciones”, palabras más, palabras menos.

Tal parece que este sector de acasocios -que de manera reiterada critican cualquier paso que da López Obrador- quería ver “sangre”, quería que un personaje tan preparado lanzara una opinión de acuerdo a sus prejuicios, pero que por lo preparado, precisamente, no cayó en el garlito.

En esta realidad que enfrenta el país, en esta convulsión social y la crisis de seguridad que se está haciendo añeja, Rivelois, sin embargo, se refirió al tema que importa a la mayoría de los mexicanos y soltó declaraciones como aquella de que: “sociológicamente, los narcotraficantes no son los malos, son empresarios salvajes, empresarios ultraliberales, y su norma es la ley del más fuerte en el mercado”.

Y agregó polémica a su visita al señalar que en el caso de la delincuencia organizada “no toda la culpa la tiene el Chapo Guzmán; ¿dónde están todos los que se beneficiaron de sus ganancias?”, preguntó.

Además, dijo que de estas actividades ilícitas obtienen ganancia los trabajadores, las familias y las comunidades, lo cual significa una utilidad social del crimen.

La delincuencia ha llegado a tal grado, consideró, que hoy los capos o jefes criminales, al intervenir en los procesos electorales municipales, estatales y federales, adquieren una legitimidad política; así, pasan políticamente a ser también representantes de una parte de la población.

En este sentido, consideró que López Obrador sólo podrá cumplir las tareas de reducir la pobreza, acabar con la corrupción institucional y disminuir la violencia, si en el combate a estos tres flagelos, construidos por el PRI –dijo-, le acompaña la sociedad.

Recordó que después de que los mexicanos echaron a los viejos partidos y eligieron nuevos para entregar la encomienda de modificar el sistema político, este cambio se podrá alcanzar a partir de los anhelos de “los de abajo” y hasta llegar a las estructuras superiores.

Jean Rivelois es también politólogo, además de investigador del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD) y profesor en el Instituto de Altos Estudios sobre América Latina (IHEAL) de la Universidad Sorbonne Nouvelle de París, Francia.

BUENOS Y MALOS, REVUELTOS

En México los buenos y los malos están revueltos dentro del crimen y del Estado; anteriormente el Estado era el actor dominante, tenía el monopolio de la extorsión (impuestos y cobro de piso) hacia el crimen, el narco y los ciudadanos, pero lo perdió, consideró Jean Rivelois en su visita al puerto en donde habló, primero ante integrantes del Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados Ignacio Manuel Altamirano (IIEPA-IMA), y después ante el Grupo Aca.

El sociólogo y politólogo dio muestras de conocimiento sobre lo que sucede y sucedió en el pasado de nuestro país al referirse, por ejemplo, al caso del narco traficante Rafael Caro Quintero, fundador del cártel de Guadalajara, quien en su momento “tenía que pagar cuotas al gobernador para que pasaran al secretario de Gobernación y luego al presidente de la República, y si no llegaban, el Presidente mandaba al Ejército a matarlo”.

Recordó que los actores criminales comenzaron siendo actores sociales.

Lo anterior, para referirse a que hoy los tiempos han cambiado, pues el Estado perdió la fuerza que tenía y ahora es el narcotráfico el actor dominante que, además, cuenta con una fuerza superior: “primero, la capacidad de corrupción, porque pueden comprar al Estado y, después, la capacidad militar de ejercer violencia extrema, la que vive la colectividad, porque pueden intimidar y matar a sus competidores”.

Al respecto, consideró que esta realidad empeora cuando los competidores pueden ser los propios periodistas y políticos que se oponen a la violencia que sucede en México y, en el caso particular, en Guerrero.

¿SOLUCIONES?

El politólogo refiere que en México la corrupción estructural-política es antigua porque el sistema político se reproduce, y aunque existen leyes para castigar, “el problema no es la definición, es la aplicación de estas leyes que se volvieron negocio; esto es la corrupción burocrática, y la violencia y la corrupción van juntas, no se pueden separar”.

El poder político, insiste, debería servir  para garantizar la seguridad del pueblo, pero si la autoridad no lo hace pierde legitimidad; “es uno de los mandatos de los electores, ahora, lograrlo no es rápido y es complicado”.

Recordó que el país vive un estado de tensión, no de guerra como se ha dicho, surgido desde el gobierno de Felipe Calderón, quien declaró la guerra contra los narcos y criminales.

¿Cómo se resuelve?, preguntó y contestó: “hay que elegir entre la misma manera en que Calderón lo hizo, y no funcionó, guerra contra guerra; a la manera tradicional del PRI, corrompiendo con arreglos con los enemigos fuera del Estado de Derecho, o bien, en una alianza para rehacer el Estado en la que participe la sociedad civil”.

Para recuperar el Estado de Derecho, pues, se debe recurrir a los valores personales, familiares y comunitarios, y a las nuevas reglas gubernamentales que obliguen a la transparencia y la rendición de cuentas, propuso.

Al concluir su participación en el Grupo Aca, algunos acasocios destacaron el conocimiento que el sociólogo y politólogo francés tiene sobre lo que ocurre en México, conocimiento que algunos políticos de este país no manifiestan, ya sea por ignorancia o porque de manera deliberada no quieren tocar temas que se consideran tabúes aún estos tiempos en que cualquier tema se ventila a diario en redes sociales e infinidad de medios electrónicos de comunicación y foros de discusión.

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