Añoranzas

 

Somos el cambio. Somos la sociedad. Somos el pueblo. También somos la política de México y somos ese país que grita un “ya basta” de robos y saqueos. Ya basta de mentiras y de simulaciones. Somos esa sociedad que pide paz y recibe violencia. Los niños son el futuro de ese México que ahora pide una transformación. También somos la nostalgia del pasado cuando se podía caminar tranquilamente sin escuchar violencia en la calle.

Somos el recuerdo de un pasado que ahora ha quedado atrás con sus costumbres de antaño. Somos el tiempo que ahora son sólo recuerdos. Somos el pregonero que vendía sus pregones en la calle. Esas calles, otrora, tan tranquilas donde jugaban los niños por las tardes. Ahora aún me parece escuchar los gritos de “uno, dos tres por todos mis amigos”. Aún escucho risas en el callejón con la luna allá arriba vigilando. Ahora los niños juegan a la violencia. Ahora juegan al secuestro. Ahora juegan al crimen. Ahora la gente se enorgullece de ser “la maña”. Somos una generación olvidada.

Es una paradoja incomprensible escuchar que algunas personas desean que todo salga mal al nuevo régimen tan solo para hablar de un fracaso. La gente tiene miedo. Vive con el miedo. Camina con miedo por la calle. Miedo a ser asaltado o extorsionado. Miedo a ser víctima de esa violencia que a diario se oye por todos lados. Por ese camino que vamos no llegaremos. Somos, pues, ese cambio que México necesita. Pero aún hay esperanzas pues las esperanzas no mueren. La esperanza es el alimento del futuro.

Necesitamos autoanalizarnos. Necesitamos redimensionar nuestro concepto de hombre y de ciudadano. Ser hombre y ser ciudadano no es una simple palabra pues encierra todo un paradigma que hace falta comprender para convivir en una sociedad que ahora carece de valores y de respeto. Necesitamos de manera urgente reconstruir ese concepto de ser humano cuya misión es vivir y convivir con sus semejantes. Pues la misión del hombre es vivir y ser feliz. También su misión es amar. Amar sin miedo. Vivir sin miedo. Vivir viviendo.

Somos, pues, el cambio que la misma humanidad necesita para salir adelante. Pero, al parecer, el hombre aún sigue siendo tan pequeño que no alcanza a comprender el concepto de la vida. El sentido de vivir. Vivir sin miedo. Vivir sin delincuencia. El cambio somos todos porque todos somos la sociedad que se compone de familias que, ahora, creo, son víctimas de conflictos y desintegraciones.

De la desintegración familiar viene la violencia. De la falta de valores viene la descomposición social. Del interior de las familias vienen ciertas conductas negativas que repercuten en los niños. Niños reprobados en la escuela. Niños desorientados. Niños que reflejan en la escuela los problemas en casa. Los niños son el espejo de la familia. La familia es el camino a seguir. La familia es el barco que navega en el turbulento mar.

Nos leemos…

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