¿Y los abrazos?

 

– Y como le venía diciendo compadre Cucufato, fíjese que mi vieja ya no quiere que la abrace cuando regreso de la calle, dizque porque la voy a contagiar de Coronavirus.

– Pero si usted anda más limpio que mi conciencia, compadre Perplejo, ya ve que hasta dejó de ir al Tamarindo en esta temporada de contingencia.

– Ya pues, no me balconee compita, aquí en el Acabús la gente nomás va parando oreja, y luego luego van con el chisme con mi vieja.

– Pues es la verdad, ya ve cómo andábamos antes pa’ arriba y pa’ abajo, de la meca a la seca, de bar en bar y de cantina en cantina.

– Sí, pero ahora aunque quisiéramos ir, ya ve que mandaron a cerrar todos los changarros, incluyendo los congales, para evitar la propagación del virus.

– No exagere, no a todos los mandaron a cerrar, además, es sugerencia de que cierren los que venden cosas que no son esenciales; entienda como esenciales las medicinas, alimentos, y esas cosas de primera necesidad.

– Pero lo cierto es que ya me cerraron mis lugares favoritos, así es que tenemos que quedarnos en casa de a fuerzas, no de buena gana.

– Pero no lo diga así, mírelo por el lado bueno: ahora usted, como nunca, tiene la oportunidad de disfrutar a su familia, a sus hijos; póngase a ver la tele, a jugar Lotería, a leer un buen libro… o a escribir.

– Pero como le decía, mi vieja luego me manda a bañar cuando vengo de la calle, ¿no dijo López Obrador que debemos darnos abrazos en lugar de balazos?, ¿cómo le hago entender a mi vieja?

– La neta que sí va a estar cabrón hacerle caso al Peje con eso de los abrazos. Fíjese que cuando me encuentro a un compa en la calle o a una amiga me dan hartas ganas de darles un abrazo bien fuerte, pero nomás no puedo, todo mundo anda bien ciscado con eso de Susana Distancia y lávate las manos, los brazos, y hasta el enduto, dice Tico Mendoza.

– ¿Tico Mendoza?, ¿el que decretó la Fase 3 del Coronavirus?

– Ese mero, compa, pero yo creo que se le chispotió, con eso de que todo mundo anda sacado de onda…

– O andaría crudo…

– ¿Cómo cree?, ese Tico no toma.

– Pero de lo suyo…

– Ya compa, déjese de jaladas, y mejor dígame a dónde va…

– Pos voy al Zócalo a echarme un café. Lo que pasa es que me pelié con mi vieja y no quiso darme ni agua.

– Oiga, pero en el Zócalo no hay donde echarse siquiera un agua fresca, está todo cerrado.

– ¡Uta!, eso sí está cabrón.

– Fíjese que ayer andaba por allí y vi todo triste compita, hasta ganas me dieron de chillar; mi Acapulco parece pueblo fantasma; ¿dónde quedó tanta alegría?, ¿tanta algarabía? La pobre gente que vive al día no encuentra la manera de llevar algo a sus casas… qué triste compita.

– Ya pues, no se me ponga nostálgico compita, que me va a contagiar su dolor… yo también salí el último día que las autoridades permitieron ir a la playa y hubiera visto: todo bien muerto; los vendedores ambulantes iban y venían y nomás no vendían nada, los meseros ni se aparecían porque de por sí ni había, a la mayoría los mandaron a descansar y sin goce de sueldo. ¿De qué va a vivir la pobre gente?, esto está muy triste compa.

– Y se va a poner peor, porque ya están cancelando los viajes hacia acá los turistas, así es que la principal actividad económica está muerta.

– Y así andamos todos, ya ve que yo también no tengo chamba ahorita y las deudas ya se me están acumulando: agua, luz, internet, etcétera y etcétera.

– Y lo peor de todo es que no podemos ni darnos un abrazo de consuelo.

– ¿Consuelo la hija de don Chente?, a esa sí le doy su abrazo aunque me infecte de Coronavirus, dengue, zica y hasta sida.

– No se pase de cabrón compita, me refiero a un abrazo de consuelo, de que nos consolemos con los amigos.

– Perdón, yo ya andaba con mi arrechera. Y pos sí, tiene razón compa, ahora sí extraño un abrazo de la raza, un apretón de manos.

– ¿Se acuerda cuando encontrábamos algunos cuates en la cantina y no los pelábamos? Ahora sí los extrañamos y hasta quisiéramos verlos para darles un fuerte apretón de manos aunque sea.

– Sí, con esta contingencia estamos aprendiendo a valorar las amistades, que en otros tiempos ni les echábamos un lazo.

– Quizá esto sirva para volvernos a ver como hermanos, para valorarnos.

– Eso espero compita, ya ve que las desgracias nos unen.

– Sí, recuerdo los terremotos que han pasado en México, o los huracanes, que hacen que nos solidaricemos con los hermanos en desgracia.

– Pues de momento no queda más que aguantar; hay que resistir compa, hay que quedarnos en casa… salir sólo lo más indispensable.

– Sí, lo más importante para prevenir contagios y que esto no se ponga peor es: “Quédate en casa”, “Quédate en casa”, “Quédate en casa, no seas burro”.

– Ya ve compa, ya me está espiando de nuevo, mejor ya me voy a bajar, ya llegué a la parada de mi Acabús.

– Ándele pues compa, se va por la sombrita.

– Ya qué…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *