Bajo Fuego: La era de los cínicos

En un proceso plagado de ilegalidades y trampas, la dirigencia nacional del Movimiento de Regeneración Nacional logró hacerse de la gubernatura de Guerrero para depositarla en una muchacha inexperta y, según todos los indicios, proclive a la corrupción que dice combatir.

Desde el principio la selección de candidatos se manejó con dados cargados a favor del impresentable Félix Salgado Macedonio, burlándose así de la participación de otros pretensos con mayores y mejores méritos que este profesional del fraude que, para mayor seña, desde 2006 dejó una marca indeleble al hundir a Acapulco en una marea de sangre y violencia que tardó varios años en diluirse.

Antes de seguir con estos comentarios, habremos de decirle a Evelyn que, si de verdad piensa cumplir la palabra cantada -perdón, empeñada-, que comience por mandar a su padre a descansar a su casa para que se haga cargo de sus nietos y se abstenga de intervenir en labores de gobierno.

De otro modo, sólo dará la razón a quienes con justa razón aseguran que será Félix el poder detrás del trono y Evelyn su marioneta. Entre quienes piensan así figura este redactor.

Pero volviendo al tema, a lo largo de estos últimos tres meses vimos cómo un partido que, en palabras de su fundador Andrés Manuel López Obrador, se pronuncia por no mentir, no robar y no traicionar, se lució gallardamente con trampas, engaños y mentiras para sacar candidatos a modo en las 15 gubernaturas en disputa. Uno de esos candidatos era sin duda alguna Félix.

Y aquí cabe más de una pregunta: ¿hasta dónde existe un compromiso de López Obrador con Félix? ¿Tiene que ver la relación de amistad de ambos desde que en 2006 se produjo la emboscada de La Garita contra el cártel de Sinaloa (en el que estaban asociados El Chapo Guzmán y los Beltrán Leyva)? ¿Qué sabía desde entonces López Obrador sobre las amenazas de muerte que pesaban sobre Félix? ¿Cómo es que Félix está vivo cuando en aquella fecha mataron a sus más cercanos colaboradores?

Y unas preguntas más: ¿Evelyn ha cuestionado a su padre sobre lo que verdaderamente pasó aquellos años en que fue presidente municipal de Acapulco? ¿Sabe qué tratos hizo Félix con el narco, que de alguna manera se rompieron con la emboscada perpretada por la Policía Preventiva contra el convoy de Carlos Landeros El Kalín, uno de los más temibles jefes del narco que cayó masacrado en La Garita? ¿Por qué la procuraduría de justicia de Zeferino Torreblanca no hizo investigaciones ni encausó a nadie a prisión por aquellos hechos terribles? ¿Qué papel jugó Zeferino Torreblanca en este ajedrez macabro?

Lo cierto es que como consecuencia de aquellos hechos en Acapulco se desató una guerra entre traficantes poderosos, provocada por la gente de confianza de Félix, que se manifestó claramente cuando el primero de abril siguiente (de 2006)) aparecieron las primeras cabezas cercenadas con la leyenda “Para que aprendan a respetar”.

Esas testas cortadas fueron las primeras de una larga lista de personas asesinadas en lo que pareció ser un festín de vampiros que aterrorizó a la población guerrerense tanto como a todo el país, en particular porque la decapitación se convirtió en moda entre los narcos para infundir terror entre sus enemigos y entre la población civil misma, que atestiguó con horror cómo muchas personas, inocentes o no, eran pasadas por el corte del cuchillo como muestra de escarmiento para propios y extraños.

Esa práctica de cortar cabezas -que parece extraída de un manual de entrenamiento de Kaibiles- ha dado como resultado que, de 2006 a la fecha, sumen más de 4 mil los desaparecidos tan sólo en el puerto de Acapulco. La inmensa mayoría de esos desaparecidos -todos lo saben- con seguridad están muertos.

Es menester llamar la atención sobre la cita “de 2006 a la fecha”.

¿Por qué? Porque fue precisamente en 2006 cuando se dieron los hechos violentos de La Garita y su posterior secuela de sangre y violencia extrema que se postergó por varios años. Es decir, fue cuando Félix recién se inauguró como alcalde y dio luz verde a la cacería de narcos en acuerdo con quien fuera su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Jaimes, quien al parecer contaba con el respaldo de los Zetas de Osiel Cárdenas.

Como sea, con Félix como alcalde y Zeferino como gobernador fue cuando se desató la peor era de violencia contemporánea que la gente recuerde, etapa que no paró hasta varios años después de que el gobierno federal practicamente invadió al puerto de Acapulco con fuerzas federales -Policía Federal y Ejército Mexicano- como una manera de decirle a los sangrientos capos del crimen: “Aquí estamos y no nos iremos”.

Años después, como si nada hubiera pasado, Félix se presenta ante la dirigencia nacional de Morena -corrupta como pocas, hemos de decirlo- para ser postulado como candidato a la gubernatura de Guerrero cual si fuera una blanca paloma.

Pero de inmediato mostraron el cobre junto con su compinche Marcial Rodríguez Saldaña al ocultar gastos de precampaña ante el Instituto Nacional Electoral, lo que evidentemente fue una decisión dolosa que le costó la pérdida de la candidatura.

Luego, como si viviéramos bajo una monarquía, hereda la candidatura a su hija mayor que, siguiendo la línea de su padre, lanza sus peroratas de campaña -en las que no decía nada, por cierto-, garantizando que abatiría la corrupción.

Si, cómo no, abatirá la corrupción la misma Evelyn que durante seis años trabajó para gobiernos priistas con un sueldo mensual de 40 mil pesos devengados en un empleo concedido por obra y gracia de su padre. ¿Y así es como abatirá la corrupción y combatirá a los caciques priistas? Esto sería una obra de risa loca si no fuera por desgracia una tremenda realidad que debemos enfrentar todos los guerrerenses.

¿Qué le espera a la ciudadanía de Guerrero -sobre todo a los más pobres que son los que votaron por ellos- con esta dupla de farsantes y la jauría de lobos de los que se hacen acompañar?

Pobre Guerrero, tan lejos de Dios y a merced de Félix…

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