Con música de los 70 y 80, festeja su cumpleaños el periodista José de la Paz

* Crónica de una Fiesta Retro en primera persona

Finalizaba la década de los 70 del siglo pasado cuando conocí el OUI Disco, ícono de las tardeadas en Acapulco, que estaba ubicado en una parte de donde ahora es Galerías Diana. Ahí pasé ocho años de mi juventud temprana.

Más de 40 años después estoy en el Salón de Eventos El Manguito, habilitado como Disco Retro, bailando bajo la lluvia de luces multicolores, escuchando a Donna Sumer, Gloria Gaynor, The Bee Gees, Village People, Diana Ross, entre otras grandes estrellas que brillaron en la mítica Studio54 de Nueva York lo mismo que en las discotecas de la Costera.

I will survive, Disco Samba, Last Dance, I can’t take my eyes off of you, You may be right, eran algunas de las canciones que hacían retumbar los bafles mientras yo bailaba con mis amigos de la secundaria, la ETA 173, con quienes me había reencontrado 40 años después, y con los del Cetis 41, con quienes aún conservo el contacto.

Gregoria, Alfredo, Lety, Fanny, Chendo Calixto… ahí estaban, festejando mi cumpleaños, compartiendo mi felicidad, dejándose llevar por los recuerdos de cuando éramos estudiantes, de cuando “éramos felices sin saberlo”, como dicen por allí.

Alfredo Gutiérrez, uno de los amigos de la secu, preparó unos ricos tacos de cochinita pibil que estuvieron deliciosos; su hija Alexa Guadalupe Gutiérrez Vázquez me obsequió un Pastel Imposible que ella misma preparó y que estuvo de ensueño; muchas gracias, les agradezco de corazón. También destaco el apoyo de Olivia Flores, quien arregló el lugar con motivos retro.

A Gil Rivera y Miguel Ángel Bautista les agradezco su apoyo para la consolidación de esta noche.

La fiesta fue preparada con la temática de la música Retro 70 y 80; no era necesario acudir con cierta vestimenta, sin embargo, hubo quienes hicieron el esfuerzo, quienes despolvaron el guardarropa para sacar prendas que usaban durante aquellas memorables tardeadas de 4 a 8 de la noche en las cuales se tomaba sólo Coca Cola con mucho hielo.

Y ahí estaban algunos amigos de la colonia Las Cruces, que crecieron conmigo y compartieron noches de fiesta con el Sonido Sipi Sapo, como lo bautizaron ellos mismos, porque en realidad no tenía nombre, nunca lo tuvo.

Moy, Alberto, Julio, compartían mesa con mis hermanos Gonzalo y Miguel; también estaban ahí Blanca, mi cuñada, y mis sobrinos Claudia, Mayra, Brayan… y un entrañable amigo, Antonio El Cremas, quien trabajó junto a un servidor en el OUI Disco, y Rosy Delgado, asidua asistente a estas inolvidables tardeadas.

Compañeros del medio periodístico disfrutaron de la velada y de la taquiza que se ofreció: Roberto, Gil, Martha, Miguel Ángel, Beto, Joel, estaban a unos metros de la alberca, como amenazando con echar ahí a quien comenzara con desfiguros… nada de eso pasó, por fortuna, porque son gente bien portada.

No podían faltar mis compañeros de trabajo: Angy, Cinthia, Emy, Johary, Roque, Marisol, El Lobo y Román, quienes a pesar de su juventud disfrutaron de las notas musicales que dominaron el mundo entero mucho antes de que nacieran.

Fue un placer contar con la presencia de mi prima hermana Silvia, a quien agradezco su esfuerzo a pesar de estar lastimada de un brazo por un reciente accidente.

Y desde luego, mi mayor felicidad: dos de mis hijos me acompañaron en este día tan especial. José Fernando y Aldo pudieron estar presentes, no así Isaac y Hafid, quienes por cuestiones de trabajo y distancia no pudieron aun cuando hubieran querido; fueron los grandes ausentes.

Se trató de una noche que no sólo quise regalarme, sino que también fue un regalo para mis amigos con quienes crecí disfrutando del fenómeno musical más bailado de la historia; mi deseo fue que ellos también disfrutaran recordando momentos que se fueron y, como sucede en estos casos, nunca volverán.

Pero quiero pensar que simbólicamente pudimos regresar el tiempo, por eso de vez en cuando cerraba los ojos en la pista de baile o cuando efectuaba las mezclas de esta música entrañable, porque evocaba, olía y sentía en mi piel esos momentos de mi lejana juventud.

Soñaba que ese tiempo aún no se había ido, que esos años se habían detenido… y quise pensar que esta noche sería eterna, así la planee: para que durara por siempre, pero me estaba engañando… porque en realidad, la noche disco, mi gran noche, había terminado…

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