Una posada, donde la humildad, desapego y caridad se vieron reflejados

* Festeja la familia Rivera de la Cruz en la colonia Progreso

* Con piñatas, aguinaldos y tacos al pastor, son agasajados los peregrinos

Fieles al festejo tradicional  de las posadas que se llevan a cabo del 16 al 24 de diciembre, la familia Rivera de la Cruz celebró la antepenúltima en su domicilio de la colonia Progreso.

La señora Martha de la Cruz del Carmen y su esposo Gil Rivera Rosales, junto con sus hijos Letizia, Gil y Alicia, fueron quienes recibieron a los peregrinos, todos ellos vecinos de las calles Michoacán, Tamaulipas, Cerrada de San Luis Potosí, Nuevo León y otras más aledañas al domicilio de la familia. 

Niños y adultos salieron del domicilio donde pernotara el Niño Dios un día antes, recorriendo todos juntos las calles en un peregrinaje, hasta llegar la casa marcada con el número 49 de la calle Michoacán, todos ellos coordinados por la señora Gabriela Rodríguez y su esposo Antonio López, la organizadora principal de las posadas.

Con villancicos, cantos y rezos, fue recibido el Niño Dios en su antepenúltima posada en la casa de la señora Martha de la Cruz, donde pernotará, para posteriormente culminar su peregrinaje.

En esta posada hubo de todo, las piñatas no podían faltar, fueron varias y diversas, donde los niños dieron rienda suelta a sus ímpetus, con todas sus fuerzas fueron acabando una por una, hasta culminar con la tradicional piñata de siete picos, en todas ellas los dulces volaron por los aires, arremolinándose para acaparar la mayor cantidad de ellos.

La algarabía continuó con la entrega de aguinaldos, donde todos, chicos y grandes alcanzaron uno; pero además, el toque de esta posada organizada por la señora Martha de la Cruz, fue la entrega de tacos al pastor, acompañados por refrescos.

Sin lugar a dudas, en este festejo tradicional que se lleva a cabo 9 días antes de la Navidad, es decir del 16 al 24 de diciembre, donde cada uno de los nueve días representa un valor como humildad, fortaleza, desapego, caridad, confianza, justicia, pureza, alegría y generosidad, se vieron reflejados en esta convivencia de vecinos y amigos.

Esta celebración, sin dudas es un parte aguas, para olvidar de manera paulatina el paso del huracán Otis, a 60 días de su devastación en el puerto de Acapulco.

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