BAJO FUEGO: Reacomodos

Tan pronto terminó el proceso electoral, en todo el país comenzaron los choques armados y las masacres causadas por los grupos criminales en casi todos los estados de la república, Guerrero incluído.

   ¿A qué se debe este fenómeno de violencia criminal que ha causado alarma y decenas de víctimas en todos los estratos de la sociedad mexicana?

   Parece claro que se trata de reacomodos entre los cárteles y grupos criminales que pululan por todo el territorio nacional en busca de opciones de lucro distintas de las que habían frecuentado hasta hace diez años -léase tráfico de cocaína e indocumentados, por citar un ejemplo-.

   Después de la política de decapitación aplicada contra los cárteles por las anteriores administraciones, especialmente por los gobiernos de Calderón y  Peña Nieto, asistimos a un fenómeno de pulverización de los grandes cárteles que dieron paso a grupos más pequeños de bandas criminales que paulatinamente tomaron el control del territorio, como puede ser el caso de Guerreros Unidos -autores de la matanza de estudiantes de Ayotzinapa en 2014- que tomaron como base la ciudad de Iguala, desde donde extendieron su influencia a algunas ciudades de Estados Unidos a las que exportaban su principal producto, la heroína.

   Esta banda criminal se formó en 2010 después de la eliminación fisica del capo Arturo Beltrán Leyva, hechos acontecidos en Cuernavaca en diciembre de aquel año. Algunos de sus lugartenientes fueron los que dieron cuerpo a esta formación en aquella ciudad del norte del estado de Guerrero.

   Lo mismo pasó en otras latitudes de Guerrero, donde las grupos asociados que hacían parte original del cartel Beltrán Leyva, tomaron control de su territorio y reorganizaron sus actividades ilícitas.  

   Fue exactamente lo que sucedió con los Granados en la Costa Grande, los Rojos y los Ardillos en el centro del estado, el Cartel del Sur en la sierra y el CIDA en Acapulco. Todos ellos instalaron feudos cerrados en el territorio que habían mantenido bajo su control para evitar las incursiones de formaciones criminales con mayor capacidad económica como el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), fundado originalmente por Nemesio Oseguera, aunque ahora se sabe que en realidad esta presidido por una federación de jefes criminales.

   Ignacio “Nacho” Coronel fue uno de los fundadores del Cartel de Sinaloa, actualmente a cargo de El Chapo Guzmán y de Ismael Mayo Zambada. La mayor parte de los fundadores de las formaciones delictivas han venido a menos o están en prisión o están muertos.

   Los embates de las Fuerzas Federales han asegurado uno por uno a  los jefes criminales mientras que a otros los han eliminado físicamente según las condiciones de cada caso. Arturo Beltrán fue asesinado simplemente porque se había convertido en un riesgo para el gobierno federal, especialmente para Genaro García Luna, el secretario de Seguridad Pública del gobierno de Calderón, ahora bajo juicio en Estados Unidos.

   La clave para el fortalecimiento de algunos cárteles ha sido la diversificación de sus actividades -especialmemnte con la incursión en el mercado de drogas sintéticas, como es el caso del CJNG, o la construcciones de redes internacionales para vender cocaína a Europa, como ha sido el caso del Cártel de Sinaloa-.

   Los grupos delictivos que no se actualizaron en el trasiego de drogas vieron caer su poderío o fueron absorbidos por cárteles más poderosos, como fue el caso del Cartel de Tijuana, los Caballeros Templarios o el cartel de Juárez.

   Visto así el problema, lo que hemos visto han sido varios reacomodos que en los últimos cinco años dieron pauta para el surgimiento de nuevos grupos criminales más resueltos y crueles en sus decisiones.

   Ese es el escenario que encontró el gobierno de Andrés Manuel López Obrador al asumir el gobierno de México. Por eso resulta suicida su postura de no combatir a los delincuentes en todo el territorio nacional, lo que se traduce en un grave riesgo para la seguridad nacional.

   El resultado de esa política de “dejar hacer, dejar pasar”, será el empoderamiento de pequeños grupos criminales que de la noche a la mañana se han convertido en verdaderos terroristas que pueden sumir al país -están en esa ruta- en un maremagnun de sangre.

Uno de los recursos a los que acuden esos grupos criminales en todo el país ha sido precisamente lanzar verdaderos ataques terroristas contra civiles inocentes sólo para “calentar la plaza”.

   La evolución de este escenario en el norte del país comenzamos a verlo ya en Acapulco con el ataque de criminales contra comerciantes que no pagan la cuota o contra establecimientos comerciales, como acaba de suceder en el centro de la ciudad.

   Lamentablemente una gran parte de la responsabilidad la tienen algunos partidos políticos, como el PRD o como Morena, que se han prestado a jugar el juego de los criminales.

   Quienes pagarán el costo de estas atrocidades serán, no lo duce Usted amigo lector, ciudadanos comunes y corrientes. El PRD tiene sobre sus espaldas la pesada lápida de Ayotzinapa dado que ese partido prohijó a los delincuentes que causaron esa masacre ¿O ya no de acuerdan de José Luis Abarca?

   Pero lo que suceda en lo sucesivo será responsabilidad de Morena. Esperemos que el tiempo no nos dé la razón. En este sentido, la afirmación de Félix Salgado Macedonio de que su hija gobernará como López Obrador parece más una sentencia de muerte que otra cosa.

 

 

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