Banco Azteca, hambriado

– Y como le venía diciendo, compadre Cucufato, con esto de la contingencia por el Coronavirus, hay un chingo de comerciantes que se están aprovechando para hacer su agosto en plena Cuaresma.

– Usted ha de querer decir cuarentena, compadre Perplejo, así se dice a estos días que debemos quedarnos en casa, y que por cierto usted y yo no entendemos porque aquí andamos de “pata de perro” en el Acabús.

– Pero es que uno tiene que trabajar, compa, ya ve que yo vivo al día, y si no chambeo, pos no hay para la chuleta…

– ¡Pinche presumido!, ¿cuál chuleta?, usted cuando mucho come frijoles… y del último saco de la cosecha de este año, pos ya se le está terminando.

– Ya me alburió pinche compadre, y volviendo al tema, yo me refiero a que estamos en la Cuaresma, ya ve que comenzó con el miércoles de ceniza el 26 de febrero y concluirá el 9 de abril, y claro, ahora que usted lo dice, la cuaresma se juntó con la Cuarentena y pos ni modo, no habrá festejo de Semana Santa, lo que significa que no iremos a la playa a echarnos nuestro chapuzón de Sábado de Gloria, ni podremos ir a ver la obra de La Pasión de Cristo allá por el Kilómetro 30 o a la colonia Santa Cruz.

– Y ya ve que tampoco tendremos turistas en Acapulco; por primer vez en muchisísimos años veremos vacías las playas en plena Semana Santa, que es la temporada más concurrida, lo que significa que muchos se quedarán sin empleo… y lo peor de todo, sin dinero.

– Pos ya se está resintiendo la falta de lana y mucha gente se está gastando sus últimas reservas, por lo que si no habrá empleos en las próximas semanas, imagínese de qué vamos a vivir.

– Figúrese nomás, aparte de que no habrá para la “papa” nuestras deudas van creciendo y después ¿con qué pagamos si no hay trabajo?

– Y a eso me refería, que uno sin trabajo ni dinero y muchas empresas están subiéndole el precio a los productos de la mentada canasta básica: frijol –digo, sin albur-, arroz, azúcar, huevos, digo, otra vez sin albur.

– Ya párele compita con su albur, yo ni soy alburero y, por otro lado, la neta que esos comerciantes voraces no tienen progenitora, mire que subir los precios aprovechando que hay gente que se desespera y sale a comprar a lo loco.

– El problema es que eso genera que suban más los precios o que los comerciantes voraces oculten ciertos productos para que, si hubiera una contingencia mayor, aprovechar y poner los precios por las nubes.

– A eso se llama especulación…

– Pos será lo que será, pero estos gandallas se están pasando de lanza.

– Pero yo conozco a otro más gandalla, a un mentado Salinas.

– Pero ese pelón –sin albur-, ya ni vive aquí, y eso sí, ha sido de los presidentes más hojaldras que hemos tenido, y hasta dicen que sigue manejando a todos los priístas del país desde allá donde anda dándose la gran vida.

– Yo no me refiero a ese Salinas, sino a Salina Pliegues, el dueño de Banco Azteca…

– Es Salinas Pliego, compa, no sea burro, su nombre es Ricardo Salinas Pliego.

– Pos ese, el chiste es que es el mero mero de Banco Azteca, que se ha caracterizado por no ser banco, sino una empresa que se aprovecha de la gente que no tiene acceso a los bancos de a deveras, a quienes les saca harta lana con la mano en la cintura.

– Pero ese cabrón según es un empresario exitoso…

– Sí, ¿cómo no va a tener éxito si vive de los más pobres de México?, y acuérdese que los pobres somos la inmensa mayoría en este país. Figúrese, el otro día quise hacer un depósito a una cuenta de ese dizque banco y me dijeron que me iban a cobrar una comisión nomás porque la cuenta a donde iba a depositar estaba en otra ciudad.

– Caray, pero eso está muy mal, yo le deposito a mi hija en bancos, de esos de a deveras, y no me cobran nada, porque se supone que es un simple movimiento digital, no hay mayor problema, además los bancos viven del dinero que depositas, porque ellos pueden manejar tu lada, ponerla a trabajar, no deben cobrarte por depósitos.

– Pos ya vez, estos de Azteca son bien hambriados, y ejemplos como esos hay un chingo; nomás acérquese a Elektra y esos negocios que tiene, y con abonos chiquitos te venden productos hasta al doble de su valor, esos güeyes no tiene llenadera.

– La verdad sí se pasan…

– Y mire, ahorita con la contingencia por el Coronavirus, no crea que se tientan el corazón, ¿cuál solidaridad?, ese Salinas Pliego salió peor que Salinas de Gortari, ya ve que hasta mandó a poner un letrero para que sus clientes adelanten abonos de sus deudas, no vaya a ser que venga la contingencia y después no vayan a poder pagar.

– Oiga, eso si es de poca madre…

– Este cabrón ya siente que sus clientes se mueren por el Coronavirus y que no le van a poder pagar, por eso él quisiera que le pagaran de a tiro todo lo que le deben, intereses incluidos, porque esos güeyes no creas que te perdonan un quinto.

– Y hasta leí por allí que él no va a parar de trabajar, que ni sus empleados entrarán a la cuarentena a la que se están uniendo varios negocios y las propias dependencias de gobierno.

– Pos le digo, es un pinche negrero, hambriado, ambicioso de dinero, agiotista, jijue su…

– Ya párele compita, no se enmuine por ese cabrón, no vale la pena, mejor hay que cuidarnos usted y yo en esta Cuaresma-cuarentena, y olvídese de hojaldras.

-¿Y cómo me voy a olvidar si ahorita precisamente voy a pagar mi abono chiquito a Elektra…

– Pos iba, porque el Acabús ya lo pasó de la parada a donde según iba a bajarse.

– ¡Chin!, ya valió.

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