Coyunturas políticas: Grotescas pantomimas * Protestas sin fin en el sector educativo

Con la visita del Ejecutivo estatal a la comunidad de Alcozacán del municipio de Chilapa, al mediodía del viernes 24 y el compromiso de atender la petición de que se instale la Guardia Nacional en el lugar, terminó la tragicomedia iniciada poco antes con la presentación de una veintena de niños escuálidos que, según los líderes del Consejo Regional de Autoridades Comunitarias sección Pueblos Fundadores, se integraban a las filas de la Policía Comunitaria para coadyuvar al combate a la delincuencia. Los menores de edad regresarían a sus labores agrícolas o escolares para retribuir la atención gubernamental.

La Red de Defensa de los Derechos de los Infancia en México (Redim) en su oportunidad consideró que se trataba de un montaje, un perfomance, además de criminal que se involucre a menores de edad. Quizá fue otra “grotesca pantomima” (aunque en otro contexto) como la que se dio con el surgimiento de grupos subversivos a mediados de la década de 1990. Según la memoriosa hemeroteca, el calificativo, la expresión surgió de la boca de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el histórico líder opositor, ante la irrupción de un grupo de sujetos con vestimenta militar que se declaró en pie de lucha durante la conmemoración del primer aniversario de la denominada “Masacre de Aguas Blancas”.

La fecha, 28 de junio de 1996. Un año antes, un grupo de campiranos que pretendía tomar el Ayuntamiento de Atoyac, de gobierno perredista, fue retenido en la comunidad de Aguas Blancas del municipio de Coyuca de Benítez y en un incidente no aclarado a la fecha, murieron a balazos 17 frustrados manifestantes. Al aniversario de la conmemoración luctuosa invitaron a Cárdenas Solórzano, quien presenció la llegada de medio centenar de hombres encapuchados, con uniformes nuevos y sin manchas a pesar del lodo causado por la lluvia veraniega; llegaron anunciando que la lucha no era para derrocar al Estado mexicano como lo pretendió la guerrilla de los 70, sino simplemente para que hubiera justicia para los asesinados. Después, vendría una avalancha de grupos armados que, como el primero (Ejército Popular Revolucionario) no empuñaron fusiles para terminar con un Gobierno opresor sino para que se respetara el voto de los comicios en puerta. Desaparecieron antes que emergieran los grupos delincuenciales.

En fin, lo positivo del asunto es que hubo respuesta oportuna de parte de las autoridades locales y federales, a pesar que quienes reclamaron el auxilio son policías comunitarios declarados en guerra contra los maleantes y ante la emboscada a músicos que son sus paisanos y seguidores, en lugar de perseguir a los asesinos para hacerlos pagar sus culpas, se pusieron a lloriquear que el Gobierno los tiene abandonados. Sin embargo, luego de esos acontecimientos, cabe preguntar: ¿Para qué sirven los grupos de policías comunitarios? En lugar de proteger a sus paisanos, lo único que saben hacer es organizarlos para que bloqueen carreteras y últimamente, hasta disfrazan a niños de policías campiranos a dar un espectáculo grotesco para presionar hasta a la ONU. Hay que tener presente que las autoridades formales permitieron que surgieran grupos de autodefensa desde el 2013 en la lógica que eso implica colaborar con las autoridades formales que se ven rebasadas por la gran cantidad de maleantes sueltos.

PASANDO A UN TEMA DISTANTE, desde el regreso a las actividades en el sector educativo este 2020, no ha pasado un solo día sin que haya protestas. Cualquier motivo es bueno para suspender clases. Ahí se tiene el caso de los estudiantes en activo de la escuela normal Rafael Ramírez Altamirano, quienes salieron a las calles para demandar, imitando a los normalistas de Ayotzinapa, que no haya evaluación de conocimientos para obtener a una plaza, recordando que las autoridades educativas ya habían desistido de aplicar ese requisito.

Un dato adicional: tras el anuncio de que se regresará a las aulas a los maestros que ocupen cargos administrativos son previsibles nuevas protestas. Hay docentes que ya se acostumbraron a los salarios elevados de funcionarios y no querrán volver a dar clases porque eso implica mayor esfuerzo.

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