O nos mata el coronavirus, o nos morimos de hambre: Abogado

Cae la tarde-noche del pasado jueves dos abril… Las 6:53, para ser precisos… En mi transitar por las calles de Acapulco, me encuentro en la esquina de avenida Cuauhtémoc esquina con la calle Velázquez de León…

A unos metros de distancia, veo un rostro conocido, se trata del abogado postulante Blas Alarcón García, le doy alcance allá enfrente, por las oficinas de la Comisión de Luz (“CFE 93 Administrador de Servicios Básicos”, reza un anuncio).

Cuestionado el jurista sobre la situación por la que estamos pasando los acapulqueños, a causa de la pandemia del coronavirus –después de los saludos de rigor y con las debidas precauciones–, señala desde su perspectiva, que desde el día miércoles primero de abril del 2020, los juzgados y tribunales suspendieron su servicio al público, lo cual –dijo– pasa a afectar a personas que como él, viven al día, además de que, por ejemplo –agregó–, estaba a punto de cobrar unos asuntos ya terminados favorablemente… Pero no se limita a sí.

También reflexiona sobre otro tipo de trabajadores… Como los trabajadores del ramo de la construcción, que también –dice– están siendo afectados por el confinamiento de la mayor parte de la población en sus casas (dispuesto por las autoridades políticas y sanitarias, a fin de evitar la propagación del coronavirus), y la desaceleración de la dinámica socioeconómica, ya que tales trabajadores de la construcción –por ejemplo–, tienen esposa y dos o tres hijos que van a la escuela primaria y secundaria y necesitan también que comer; trabajadores que cobraban su salario semanalmente y que iban al día cuando laboraban, como los abogados o cualquier otro profesionista, autoempleado, empleado o trabajador.

Cierto es –agregó–, que algunas instituciones públicas comienzan a implementar medidas tendientes a atenuar los efectos negativos, causados por la pandemia del coronavirus y su combate, como la Universidad Autónoma de Guerrero, quien acaba de reabrir sus comedores universitarios, poniendo a disposición del público en general, comida corrida a un precio módico de diez pesos el platillo, en apoyo a la economía del público en general, pero ¿y los hijos?, recalcó el conocido jurista.

Puntualizó que los trabajadores del Gobierno del Estado y del Ayuntamiento de Acapulco, como quiera tienen su sueldo quincenal asegurado, pero ¿y los demás?,  no nos queda otra, más que salir a buscar el sustento para nuestras familias.

O nos mata el coronavirus, o nos morimos de hambre… No nos queda otra, enfatizó Blas Alarcón…

Nos despedimos con prudencia, y me dispongo a echar un vistazo por las calles Tadeo Arredondo (en donde antaño, en miércoles y domingos en la arena “Coliseo”, el pueblo se perdía en un mundo de maromas, máscaras, llaves de origen grecorromano y teatro, no exento de gladiadores lesionados alguna que otra vez) y La Noria, y a pesar de ser ya noche, alcanzo a ver alguno que otro establecimiento comercial abierto, y uno que otro comerciante semifijo, arriesgando su salud, en aras de arañar uno que otro peso, para llevarle de comer a sus familias.

Ya de regreso y unos 50 metros hacia el IMSS de la Cuauhtémoc, se para un Acabus, para devorar a unos atrevidos usuarios, a quienes no les queda más que entrar, a fin de llegar a sus destinos… Unos a sus casas, otros a seguir bregando… Porque, “o nos mata el coronavirus, o nos morimos de hambre”…

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